Sensibilización
Las actitudes sociales hacia el uso de la bicicleta a menudo impactan en la decisión de andar en bicicleta en muchas ciudades, y el apoyo y la aceptación pública a usar la bicicleta como modo de transporte es importante para cultivar una diversidad de ciclistas.
+ Leer MásLas mujeres tienden a representar la minoría de las personas que usan la bicicleta en la mayoría de las ciudades, debido a la escasa aceptación social de este modo de transporte. Sin embargo, en Montevideo y Rosario las mujeres representan el 40% de los viajes en bicicleta y en Córdoba representan el 38%. En esta última, el Plan de Red de Ciclovías y Bicisendas ha ido evolucionando desde hace más de 10 años, favoreciendo el aumento de viajes en bicicleta realizados por mujeres. En 2009, cuando comenzó a implementarse esta política, las mujeres ciclistas representaban solo el 7.2%, y para los conteos anuales del 2019 el porcentaje aumentó.[7][8][9]Durante largo tiempo, el uso de la bicicleta se ha considerado un signo de pobreza en varias ciudades del Sur global, donde muchas personas ven a la bicicleta como último recurso mientras ahorran dinero para comprar un automóvil.
La comodidad personal y la ausencia de acoso o agresión mientras se anda en bicicleta ayudan a cultivar el uso a largo plazo. Las mujeres en Morelia mencionaron que la falta de seguridad pública, específicamente en su dimensión de violencia y acoso sexual, es una de las principales barreras para usar la bicicleta (es 9 veces más frecuente que en los hombres).[10] Es importante considerar los esfuerzos para reducir el acoso y el daño a poblaciones vulnerables, tales como las personas en situación de pobreza y los grupos minoritarios, mientras utilizan la bicicleta. Los factores que desaniman a las mujeres a pedalear en Bogotá están asociados a la inseguridad personal y vial: más del 60% no usan la bicicleta por temor a que las ataquen por robo, que las atropellen (más del 40%), a caerse por causa de un bache en la vía o porque no saben montar en bicicleta (cerca del 30%) o a ser víctimas de acoso sexual (más del 20%).[11]
El apoyo social al ciclismo urbano también lleva a que más personas sepan o aprendan a montar en bicicleta. En las ciudades donde el uso de la bicicleta no es una parte prominente de la cultura y/o donde las bicicletas no se usan comúnmente, muchas personas no aprenden a hacerlo. Es importante comprender cómo las normas atávicas de género pueden impedir específicamente que las mujeres y las niñas aprendan a montar en bicicleta. Normas similares también disuaden de aprender a usar la bicicleta por personas inmigrantes y otros grupos marginados.